Ave Heartagram


"Tu música: ella hubiese podido estar alrededor del universo, no alrededor de nosotros. Te hubiese construido un órgano en la Tebaida; y un ángel te habría conducido ante el instrumento solitario, entre las montañas del desierto donde reposan reyes, cortesanas y anacoretas (...) Y entonces tú te habrías extendido en ondas, fluvial en el vacío, restituyendo al universo lo que sólo el universo puede soportar"
Rainer María Rilke

jueves, 22 de septiembre de 2011

HIM: His Infernal Majesty



Son de tierras lejanas. Distantes del trópico nuestro. Vienen de los lugares polares del norte, en ocasiones oscuros, tristes y nostálgicos.Nos traen su espíritu en esa música que no es para todos. Con letras que evocan paisajes desconocidos y que nos remiten una y otra vez a genios atormentados del pasado, a mitos olvidados en los libros, a ritos sacrificiales por amor o desamor, a la muerte de la vida y la vida de la muerte, al Edén oscuro y profano del que Ville Valo, compositor de cada letra, y cada melodía, parece dueño y señor. 



Mientras visitaba el infierno, el mío propio, sumida en el silencio de mis particulares demonios y mortificaciones, un accidente, un movimiento involuntario, hizo que mi radio sonara luego de semanas. Casi había olvidado su función práctica, y el silencio dio paso a ciertos acordes que, sin embargo, llegaban lejanos, incomprensibles.
Supe de inmediato que mis oídos no oían, se resistían a la presencia del sonido, lo amordazaban y lo arrastraban lejos. Me acerqué al radio dispuesta a retomar la vigilia de silencios.
En ese instante, un "riff" de guitarra  susurró mi nombre , se abrió paso entre el laberíntico mutismo.
Fue entonces cuando vino la voz que me extendió su mano, y me invitó a andar mi infierno indicándome que era el suyo también. Me cantó al oído y musitó los nombres que tuvo el amor antes de haber sido conocido por el hombre. Dibujó en el aire sus fatales transformaciones, me contó de su místico matrimonio con Caronte. Y bebí del vino de sus manos. Sólo entonces pude ver, sólo entonces lo comprendí todo. 


Me percaté de que había tomado mi corazón y lo oprimía. Ví cómo sacaba ese dolor antiguo, y lo desmoronaba con cada palabra, en cada nota, en cada surco de su voz. Un leve temblor de mis manos, un escalofrío que se apostó en mi espalda, una repentina tranquilidad del alma, inequívocos síntomas de una perturbación opuesta a la que me había poseído cuando avanzaba camino a la renuncia de mí misma, de mi todo y de mi entorno.  Me dejé llevar por el hechizo de la voz, pero cesó!  
El radio siguió su interminable concierto pero yo sólo quería volver a oír esa voz. Así que corrí a buscar las alas de una mariposa en la magia de la red. Quería, no! Necesitaba su voz de nuevo. Mi estrujado espíritu la reclamaba. Y encontré la forma de la voz, vi sus labios, vi sus ojos, su apariencia cambiante, indefinible, extraña. Me invitó a seguirla. Encontré la mariposa, que es el alma del guerrero,  y arranqué sus alas. La voz me reveló que en ocasiones era necesario el sacrificio de algo hermoso para que algo nuevo naciera del dolor, como el Fénix. 


Anduve con ella por horas. Un hieros-gamos operó al filo del tormento. Yo, que pensé que ya no era posible, que no había más allá, avanzaba tras el rastro de notas que me indicaban un camino que debía andarse en la penumbra. Un agónico recorrido por nuestro infierno compartido que aún, después de años, no ha terminado. 
Ha sido el nuestro, un encuentro que ha borrado una parte de mi tiempo. Una puerta abierta a la comprensión de lo que no es ajeno, sino  indescifrable por desconocimiento, ignorancia. 
Muero un poco en sus palabras, para revivir a cada instante por gracia de ellas mismas.    







Pudo haber sido otra voz? Lo he racionalizado de múltiples maneras, he leído e investigado tratando de hallar razones fundamentadas en el método científico que me expliquen la fascinación que esta música produce en mi espíritu. De hecho, en algún momento inicié una búsqueda frenética de músicas que se acercaran o en el mejor de los casos, igualaran su magia armónica en mi espacio sonoro y existencial. Encontré sonidos maravillosos, voces, historias, atmósferas, que han llegado a complementar, pero no a sustituir el vínculo.
HIM ha sido el corpus elegido en algunos de mis ejercicios académicos, indagando en los terrenos de las ciencias del espíritu (la Psicología, la Sociología, la Filosofía, -la hermenéutica-) .He encontrado pistas, pero creo que la respuesta está en los ingredientes de la mezcla, que a mi parecer, pisa los terrenos de la Alquimia. Mi vínculo con la Literatura y con la curiosidad me ha permitido descubrir algunas otras cosas ya sin el ánimo de explicarme nada en absoluto. 

Ville Hermanni Valo, multi-instrumentista, compositor y cantante finés
En las letras, en la música, en ellos mismos, en el talento del Sr. Valo, encontré la proyección de un mundo que puedo construir, en el que estoy en capacidad de trabajar por mis sueños, de olvidar mis propios recuerdos, de reconstruir mi ser al infinito, de encontrar lo hermoso en donde otros solo encuentran oscuridad y miedo, los propios demonios de nuestro propio y muy personal infierno. 
Ave HIM!

"Our 666 has got a name
we burn in its flames again and again
for it is our
Dark Secret Love"


Mi oscuro amor secreto, el precioso regalo de su música. 





"Pues los versos no son, como creen algunos, sentimientos (se tienen demasiado pronto), son  experiencias (...) Es necesario tener recuerdos de muchas noches de amor, en las que ninguna se parece a la otra, de gritos de parturientas y de leves, blancas, durmientes paridas, que se cierran. Es necesario aún haber estado al lado de los moribundos, haber permanecido sentado junto a los muertos, en la habitación, con la ventana abierta y los ruidos que vienen a golpes. 
Y tampoco basta tener recuerdos. Es necesario saber olvidarlos cuando son muchos, y hay que tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues, los recuerdos mismos, no son aún esto. Hasta que no se conveirten en nosotros, sangre, mirada, gesto, cuando ya no tienen nombre y no se les distingue de nosotros mismos, hasta entonces no puede suceder que en  una hora muy rara, del centro de ellos se eleve la primera palabra de un verso".
Rainer María Rilke
 , 
Ville Valo y la presidenta de Finlandia